Cada vez más personas en la zona encuentran en las montañas y senderos locales una vía de escape al estrés y una fuente de bienestar emocional.
En un mundo donde el estrés y la ansiedad se han convertido en parte del día a día, cada vez más personas encuentran en el trekking una vía de escape, una forma de reencontrarse con la naturaleza y, sobre todo, consigo mismas. Esta actividad, que combina ejercicio físico y conexión con el entorno natural, ha demostrado ser una herramienta terapéutica para mejorar la salud mental y emocional.
Para Ximena Villanueva, funcionaria pública de 56 años, el trekking se ha convertido en una actividad indispensable en su vida. «Comencé tras una invitación de una amiga, primero fue una caminata nocturna a los túneles de la localidad de El Molle y luego vinieron las salidas a los cerritos», recuerda en conversación con #EsHoy.
Con el tiempo, esta actividad dejó de ser solo una distracción y se convirtió en una verdadera pasión. «Me motivó la sensación de libertad que se siente al estar en la cima, el autoconocimiento que se produce en la subida, en superar los límites mentales y físicos que una cree tener, y la felicidad con la que se regresa», explica. Ximena es parte de «Fines de Trekking», un grupo diverso de personas que se organizan para recorrer distintas rutas, y también de «Las Rafaelas», un grupo exclusivamente femenino que comparte la pasión por la montaña. «El trekking me ha enseñado que la vida es hoy y se pasa muy rápido», concluye.
Por su parte, Yasna Rodríguez, administrativa en una institución pública, también ha encontrado en esta actividad una vía de escape y sanación. «Me invitó una compañera de trabajo y desde entonces no he parado (…) el trekking me ha permitido salir de la rutina, a realizar algo diferente los fines de semana y salir de la vida sedentaria”, comenta. «Me ha ayudado en el proceso de mi separación. A veces estos procesos son más largos de lo que uno cree, y esta actividad ha sido muy sanadora para mí», confiesa a nuestro medio.
Para Yasna, cada caminata es una experiencia enriquecedora, donde la ansiedad y el estrés quedan atrás, reemplazados por la satisfacción de haber alcanzado la cima y la renovación de energía positiva. «Aunque a veces estoy cansada, disfruto del paisaje y la compañía del grupo; y después, siento una gran satisfacción de haber logrado el objetivo. El trekking me entrega una sensación de libertad y que ya no existe todo el estrés acumulado de una semana terrible y vuelvo con energía positiva y renovada para seguir el día a día”.
En tanto, Stephanie Rojas Honores, psicopedagoga de 39 años, inició en el trekking desde temprana edad en Punitaqui. «Me motivó el hecho de poder realizar los recorridos con amigas y amigos, y así mostrarles lugares nuevos y acompañarnos en nuestras diferentes etapas de crecimiento, desarrollo personal y emocional».
Como muchas otras personas, Stephanie ha encontrado en el trekking un refugio en momentos difíciles. «Me ha ayudado en etapas donde me sentía triste, ya sea por la pandemia, relaciones tóxicas o incluso problemas de tiroides». La sensación de logro al completar una ruta es invaluable: «Nada es imposible y todo tiene solución. Solo está en mí cómo comenzar y terminar el día de la mejor manera», afirma.
¿Qué dice la psicología?
La psicóloga Catalina Sepúlveda, especialista en salud mental y fundadora de Psicología Compartida, confirma los beneficios terapéuticos del trekking. «Las personas que pasan poco tiempo en contacto con la naturaleza experimentan niveles más altos de depresión, ansiedad y estrés. Pasar tiempo al aire libre desempeña un papel preventivo clave en la salud mental al reducir el estrés y mejorar la calidad de vida», explica.
De acuerdo con la experta, el trekking genera cambios positivos en la salud emocional y cognitiva. «Caminar por entornos naturales reduce la hormona del estrés en un 28%, estabiliza la frecuencia cardíaca y ayuda a regular los niveles de cortisol. Además, estimula la liberación de endorfinas, favoreciendo la regulación emocional», señala.
Además del impacto fisiológico, el trekking también juega un papel clave en la interacción social. «El contacto social es fundamental para el bienestar emocional. Los estudios han mostrado que el aislamiento social y la soledad están relacionados con un mayor riesgo de padecer enfermedades físicas y mentales. Practicar senderismo en grupo ayuda a disminuir estos riesgos, mejorando nuestro estado de ánimo y fortaleciendo los lazos sociales», destaca Sepúlveda.
Un llamado a reconectar con la naturaleza
Salir a caminar por un sendero, ya sea en la montaña, el bosque o la costa, no requiere grandes preparativos ni equipamiento costoso. «No es necesario ser un experto, basta con buscar espacios al aire libre, rodeados de naturaleza, y atreverse a explorar», enfatiza la psicóloga.
El trekking es especialmente recomendado para personas que enfrentan ansiedad, depresión, estrés y trastornos del sueño. «Incluso, en algunos países se usa como terapia formal en el tratamiento de adicciones y problemas de salud mental», agrega Sepúlveda.
En definitiva, el trekking no es solo una actividad deportiva, sino una verdadera terapia natural que permite fortalecer el cuerpo, despejar la mente y nutrir el espíritu. Una alternativa sencilla y accesible para mejorar la salud mental y emocional en tiempos donde el bienestar se ha convertido en una prioridad.