Este 14 de octubre, se cumplen 27 años desde que el devastador terremoto de Punitaqui sacudió la Región de Coquimbo, marcando un antes y un después en la vida de millas de personas. A las 22:03 horas de 1997, un sismo de magnitud 7,1 en la escala de magnitud de momento y con una intensidad de 8 grados Mercalli, tocó el valle del Limarí con una fuerza que sorprendió a una población que no había experimentado un terremoto de tal magnitud desde 1949.
Para muchos, fue el primer terremoto de sus vidas. El ruido grave y profundo que precedió al movimiento, seguido de un minuto y 45 segundos de incontrolable sacudida, dejó a la población en la oscuridad cuando la energía eléctrica se cortó, sumando a ciudades como Ovalle en el caos total. Las imágenes de televisores tambaleantes, vajillas cayendo y el apagón generalizado son recuerdos imborrables para los habitantes de la región.
El terremoto de Punitaqui fue particularmente devastador debido a la fragilidad de las construcciones. Más de 5.000 viviendas quedaron destruidas y 10.000 sufrieron daños graves en toda la Región de Coquimbo. En la población 8 de Julio de Ovalle, muchas casas quedaron hundidas bajo el suelo, mientras que en Punitaqui, el epicentro, gran parte del pueblo colapsó, dejando una crisis social que movilizó al país entero.
Los daños no se limitarán a las viviendas. Edificios públicos, caminos y hospitales quedaron inservibles, lo que agravó la situación de los heridos y damnificados. El puente del viaducto El Teniente, en la Autopista del Elqui, se desplomó, quedando incomunicada a la región. Ocho personas perdieron la vida, más de 360 resultaron heridas y cerca de 55.000 personas quedaron damnificadas.
A 27 años del terremoto de Punitaqui, la memoria colectiva de la Región de Coquimbo sigue marcada por el sonido de la tierra retumbando, el miedo a lo inesperado y la fuerza implacable de la naturaleza.
