Aventurarse en un amor de verano puede ser una experiencia emocionante y enriquecedora, siempre y cuando se aborde con consciencia y claridad.
Las altas temperaturas y la brisa marina no solo calientan la piel, sino que también encienden los corazones en esta temporada estival. En este período del año, las playas se convierten en el escenario perfecto para encuentros apasionados. Los atardeceres pintorescos y las noches cálidas son el telón de fondo de historias que comienzan con un simple intercambio de miradas y terminan con promesas de amor eterno. Pero, ¿qué tan duradero puede ser un amor que nace entre las olas y se consume entre los rayos del sol?
En #EsHoy nos aventuramos a desentrañar el misterio detrás de esos romances que nacen y florecen bajo el resplandor del sol. Según la psicóloga Erika López, «al estar en periodo de vacaciones, solemos estar más relajadas y relajados, ya no estamos al pendiente de nuestros trabajos y estamos más dispuestos al disfrute”.
También, la especialista explica que el clima de verano aporta más horas de luz, “lo cual provoca que se liberen hormonas en nuestro organismo como la testosterona, el estrógeno y la serotonina, los cuales nos disponen a sensaciones de bienestar y a la socialización”. La psicóloga destaca que estos factores, combinados con los procesos emocionales y hormonales propios del enamoramiento, «nos predisponen a enamorarnos durante las vacaciones. Sin embargo, es importante considerar que los amores de verano son relaciones breves con un destino inevitable: el final».
En este sentido, López explica que, al conocer a alguien durante un periodo corto, “tendemos a mostrar la mejor versión de nosotros mismos, quedando encantados con la imagen proyectada por el otro”. También, señala que “la idealización durante la relación y la posterior separación lleva a completar las partes desconocidas de la persona, a menudo teñidas por los mitos del amor romántico”.
La psicóloga subraya que el amor de verano, al ser breve y efímero, implica un cambio brusco. “Desde el subidón emocional y hormonal durante la relación hasta la abrupta caída al finalizar, este proceso puede resultar desafiante y doloroso de aceptar”.
Entre la aventura y la conciencia
La especialista del Centro Verdes y Violetas brinda valiosas recomendaciones sobre la experiencia de un amor de verano, sugiriendo que, “si bien es una aventura emocionante, es crucial abordarla con consciencia y realismo”. La psicóloga Erika López anima a los aventureros del amor estival a hacer una introspección profunda. “Preguntas como ‘¿Son realistas mis expectativas?’, ‘¿Qué pienso sobre el amor de verano?’, ‘¿Qué espero de ello?’, ‘¿Qué ganaría?’ y ‘¿Qué perdería?’ pueden arrojar luz sobre las motivaciones y deseos individuales”.
En esa misma línea, Erika comenta que “si se trata de una buena experiencia, nos pueden aportar lindos recuerdos, momentos de disfrute, buenas historias y por qué no, conocernos a nosotros mismos y aprender, si queremos, de estas experiencias”. También, López sostiene que “hay que considerar que pueden haber personas que tal vez no tienen un buen recuerdo, y eso también es válido, no hay que caer en la idealización o historia única del amor de verano”.
Las palabras de la psicóloga nos recuerdan que, al comprender nuestras expectativas y límites, podemos disfrutar al máximo el efímero romance estival, creando recuerdos inolvidables sin perder de vista la realidad.