Efraín Reeve Barria, 21 años, freestyler coquimbano rebautizado como El Menor, se coronó campeón de la Freestyle Master Series Chile 2023 tras vencer en la final a Acertijo, convirtiéndose en el tercer campeón histórico de la liga chilena, junto a Teorema y Nitro.
El camino hacia el éxito rara vez es fácil, y la historia de El Menor, el talentoso freestyler, es un testimonio vivo de ello. Sus primeros años estuvieron marcados por la adversidad y la incertidumbre, pero su determinación y el amor de su abuelita fueron la fuerza que lo llevó a superar todos los obstáculos.
Nacido en circunstancias difíciles, El Menor fue arrebatado de los brazos de su madre apenas llegó al mundo. Con tan solo cuatro años, enfrentó la pérdida devastadora de su madre, quien falleció a los 22 años. Sin rastro alguno de su padre, se encontraba en riesgo de ser entregado en adopción, sin embargo, la esperanza no se apagó.
Domingo tras domingo, su abuelita se aferró a la esperanza y lo visitaba en los hogares de menores, buscando una forma de sacarlo de aquel lugar. Incluso se aventuraron juntos en una fuga, desafiando las circunstancias para encontrar la libertad.
Luego, a los 7 años, esos temores se fueron disipando. Una tía lo fue a buscar y se lo llevó a Temuco, en pleno campo, pero había un problema: su tía lo golpeaba, por lo que tramó nuevamente una fuga a Coquimbo, con su abuela.
En una entrevista con Diario La Región, Efraín recuerda todos los obstáculos que ha tenido que superar y aseguró que «no todos pueden contarla y eso me entristece (…) hoy existen otras instancias para salir adelante, hay muchas formas de superarse, estudiando, haciendo deporte, pero siempre con disciplina. A los que no le gusta estudiar, practiquen deporte, exíjanse al máximo, o canten, hoy se abrieron muchas puertas en la música para la gente de población, siempre se puede», indicó.
El regreso a Coquimbo
Su adolescencia no dejó de ser compleja y lo resumió años más tardes con una de sus rimas en el Teatro Caupolicán. “Por eso vengo directo de la Cuarta Región, y la verdad que yo soñaba con ser un ladrón y por eso para muchos soy ejemplo de superación. Antes robaba, ahora viajo en avión. Antes robaba ropa y ahora la recibo por promoción”.
Después de dejar la cárcel de menores, El Menor comenzó a pulir sus habilidades en la plaza del hospital San Pablo, enfrentándose a otros con sus rimas. Pronto, su talento llamó la atención en la competencia underground Kuarta Maestría, y a la temprana edad de 15 años, se convirtió en una de las promesas más grandes del rap nacional.
Su ascenso fue meteórico. Desde improvisar en una micro de La Serena hasta ser descubierto en un evento de Red Bull en Coquimbo, El Menor demostró su valía y se abrieron nuevas oportunidades. La DEM Battles en Santiago fue su siguiente paso, donde impresionó con su habilidad y llegó a las semifinales en su primera participación.
Pero el verdadero desafío llegó cuando se abrieron las puertas de ligas de élite mundial como la FMS. A pesar de la competencia feroz de raperos de todo el mundo, El Menor demostró su habilidad y se ganó el respeto de la comunidad del freestyle.
A pesar de los desafíos y las dificultades, El Menor encontró refugio en la música. El rap se convirtió en su voz, en su escape y en su pasión. A través de la improvisación y la creatividad del freestyle, encontró una forma de expresar sus emociones más profundas y de contar su propia historia.