Aunque no lo deseemos, durante el día siempre nos vemos expuestos a estímulos sonoros que no nos dejan indiferentes. Pero esta nota no hablará del ruido del tráfico, de ladridos de perros o sonidos de maquinarias, sino más bien, de cómo la música provoca en nosotros cambios fisiológicos, que, muchas veces, resultan placenteros y benignos para nuestro cuerpo; pero especialmente, para nuestro cerebro.
En específico, la música clásica u orquestada, aquella que fusiona en armonía sonidos de cuerdas, vientos, bronces, percusión, etc. genera positivos beneficios para las personas, ya sea si se oye “envasada” o en vivo. ¿Pero cuáles serían estos benignos efectos en nuestro organismo?
Relajación y menos estrés
La respuesta nos la entrega la psicóloga Nithcel Tapia Olivares, quien entrega sus argumentos desde ambos lados del escenario, pues además ha sido cellista y cantante en la Orquesta Filarmónica de Coquimbo, agrupación perteneciente a la Fundación Filarmónica de Coquimbo y que cuenta con el financiamiento del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio a través de su Programa de Apoyo a Organizaciones Culturales Colaboradoras.
“La música, en general, tiene efectos en las personas, a nivel emocional y a nivel físico y biológico”, explica Nithcel, pero asimismo, afirma que la música clásica genera cambios más profundos: “estimula más la relajación, la baja del estrés, la capacidad de atención, los procesos creativos. Entonces, la música clásica, en sí tiene ese efecto más ligados hacia la calma, hacia la tranquilidad, hacia la relajación; incluso logra relajar o bajar la presión arterial, a nivel biológico, y permite que podamos dormir mejor”.
Conducción que activa el cerebro
Estos efectos tienen que ver con cómo está “construida” la música orquestada, a diferencia de una melodía con letra. “La música clásica tiene conducción, tiene una construcción que siempre va guiada, una resolución más tranquila y que lleva a que el cuerpo llegue a la calma”, afirma la profesional, explicando además que “las tonalidades llevan a la exploración de ciertas emociones, por ejemplo, las tonalidades mayores siempre se han asociado a las emociones más placenteras, más alegres, y las tonalidades menores siempre han sido anexadas más a las emociones de tristeza”.
¿Y qué ocurre en el cerebro ante la estimulación musical? “Si hablamos más biológicamente, cuando el cerebro recibe esta música no solamente la escucha, sino que también se activan distintas áreas como la corteza auditiva, la corteza motora, la corteza prefrontal y el hipocampo. Se activan tantas áreas en el cerebro que no solamente nos llevan a escuchar, sino que además, nos evoca recuerdos, nos hace movernos, nos hace tener sensaciones; entonces, el cuerpo responde de una manera bien completa ante la música”, explica Nithcel.
Esta estimulación cerebral permite, asimismo, que la música sea utilizada de forma terapéutica. Según detalla la profesional, se utiliza en algunos tratamientos para ayudar a las personas. “La música en sí, como actúa también biológicamente, ayuda a las personas a llevar ciertos procesos, y como también activa recuerdos, por ejemplo, ayuda a las personas con Alzheimer a recordar de mejor manera. Entonces, la música clásica en sí tiene un efecto transversal en las personas, donde el común denominador de la música sería la baja del estrés y la calma”.
La diferencia de oír en vivo
Y estas emociones se hacen más o menos intensas dependiendo del lugar y la forma cómo escuchemos la música. En palabras de Nithcel: “a veces podemos oír la música y hacer otras cosas a la vez, como caminar o trabajar, pero cuando vamos a presenciar una obra, por ejemplo, o vemos a una orquesta, estamos en ese ambiente exclusivamente viendo y escuchando lo que nos están presentando. Esta situación lleva a que el cerebro esté atento a esa situación con más dedicación, lo que se acrecienta si, por ejemplo, vamos a ver una persona que conocemos o si esa obra nos gusta. En suma, nuestras emociones se hacen más intensas”.
¿Y qué ocurre cuando se invierten los papeles? ¿Qué tan intensas son las emociones de un o una músico cuando toca su instrumento ante el público? En este punto, la profesional contesta también desde su experiencia sobre el escenario, enfatizando la importancia del proceso previo a toda presentación.
“El proceso de tocar un instrumento no es solamente que te guste la música, sino que también viene de todo un proceso de aprendizaje, de motivación, de perseverancia, de ensayo y error. Quizá de caerse y levantarse, de ensayar una y otra vez, entonces, también es como el punto donde decimos por fin lo logré. Entonces allí emerge este placer, en el caso de personas que no temen presentar sus habilidades musicales ante otras personas: una sensación de logro cuando se reconoce que lo has hecho bien”, puntualiza Nithcel.
Cabe mencionar que la Fundación Filarmónica de Coquimbo forma parte del Programa de Apoyo a Organizaciones Culturales Colaboradoras del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, que busca fortalecer y dar continuidad a instituciones y organizaciones culturales de derecho privado y sin fines de lucro.
Este programa además es parte del Sistema de Financiamiento a Organizaciones e Infraestructura Cultural del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio que integra, articula y coordina de forma transversal los planes, programas y fondos orientados al fomento y apoyo de las organizaciones, de la infraestructura cultural, y de la mediación artística. Todo esto con una vocación descentralizada, mecanismos participativos, y la promoción de la creación de redes y asociaciones.