La posibilidad de capturar agua desde la “camanchaca”, y de esta forma, ayudar a conservar la vegetación, y también, aportar al riego de cultivos agrícolas, fue el motivo de una reciente investigación del Centro Científico CEAZA.
Por: Blog El Explorador | Proyecto Explora Coquimbo
Las noticias, en los últimos años, suelen reiterarnos temas ligados al cambio climático en la Región de Coquimbo: lluvias escasas, embalses en niveles críticos, posible racionamiento de agua, estudios para instalar plantas desalinizadoras, y etc. Con estos argumentos se asoma la evidencia de las proyecciones de la comunidad científica: esta zona enfrenta un proceso de aridización irreversible, y frente al cual, sólo queda adaptarse.
Y para este proceso de adaptación, además de buscar en el mar o en las profundidades de la tierra el vital elemento para la subsistencia, parte de la comunidad científica ha puesto sus ojos en el cielo. Sí, allí donde la lluvia es hoy un fenómeno casi casual, también reside el agua en otra forma: la niebla o camanchaca. Sí, esa misma bruma que ya es una postal de las zonas costeras de la Región de Coquimbo, inclusive en primavera y verano, representa una oportunidad para “mantenernos a flote” en medio del desierto que avanza.
Precisamente, la niebla, que guardando las distancias, nos equipara a veces con postales de Gales o Irlanda, ha generado interés científico por la posibilidad de cosechar agua desde esta fuente, y de esta forma, ayudar a conservar la vegetación, y también, aportar al riego de cultivos agrícolas. Con este objetivo, una investigación del Centro Científico CEAZA logró identificar aquellas plantas que logran capturar una mayor cantidad de agua proveniente de la niebla en la Región de Coquimbo.
El estudio “The role of xerophytic vegetation on fog harvest”, fue liderado por el Dr. Jaime Cuevas (CEAZA– Instituto de Ecología y Biodiversidad –Universidad Austral de Chile) y ejecutado por el Dr. Enrique Ostria de CEAZA; Catalina Bustamante, biotecnóloga de CEAZA; y Pedro Hernández, consultor en recursos hídricos (Consultora PHP); y fue desarrollado en el contexto del Proyecto “Retroalimentación positiva para la recuperación de la vegetación xerofítica de neblina en el semiárido chileno” (código 041/2019), financiado a través del “Fondo de Investigación del Bosque Nativo” de CONAF.
¿Lima, Londres? No, es la neblina de la Región de Coquimbo
“La costa norte de Chile es un lugar muy propicio para la cosecha de agua de niebla”, explica el Dr. Jaime Cuevas a la hora de explicar la frecuente y casi sempiterna bruma que cubre la costa de la Región de Coquimbo. “En esta zona se conjugan varios factores muy importantes, como son los vientos que vienen desde el Océano Pacífico, desde el oeste principalmente, y además, tenemos una corriente marina muy fría, la corriente de Humboldt, que propicia esta condensación del agua que viene desde el Océano Pacífico en forma de vapor”, agrega.
El científico añade además que, asociados a los vientos que vienen de la dirección del oeste, “están los cerros de la cordillera de la costa a muy corta distancia del mar lo cual posibilita que intercepten toda esta masa de vapor de agua y provean de este recurso hacia las plantas, que se pueden beneficiar de este fenómeno que se conoce comúnmente como camanchaca”.
¿Y cómo las plantas aprovechan esta camanchaca? “Las plantas aprovechan el agua de la niebla a través de un fenómeno físico: interceptan la niebla que se mueve horizontalmente, y cuando topa con ellas, se produce un efecto que atrapa la gota de agua y luego esta cae al suelo, por lo tanto, es un requisito físico, pues si no hubiera un obstáculo para la niebla, este fenómeno de atrapar agua no se verificaría”.
Cosechar niebla
A través de notas de prensa, durante los años hemos conocido casos como el de los atrapanieblas de Chungungo, 60 kilómetros al norte de la ciudad de La Serena, donde a través de estructuras de malla raschel, se captura niebla para obtener el vital elemento. Pero en el presente, y de acuerdo al Cuevas, el objetivo del estudio consistió en “determinar el papel y la magnitud de captura de agua de niebla que tienen plantas arbustivas y suculentas de zonas semiáridas”.
“Hasta ahora se desconocía si arbustos o cactus pueden captar agua de niebla desde la atmósfera. La mayor parte de los estudios han sido realizados en especies arbóreas”, clarifica el investigador de CEAZA, comentando también que, dados los resultados obtenidos, se puede afirmar que “efectivamente, arbustos y cactus, tienen un rol en atrapar este recurso, lo que plantea su posible uso por parte de la planta, el suelo y comunidades agrícolas y forestales”, recalca el también investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y el Centro de Investigación en Suelos Volcánicos (CISVo), de la Universidad Austral de Chile.
¿Qué especies capturaron más agua?
La investigación se desarrolló en dos sitios experimentales seleccionados por el equipo de investigadores: “Uno en Coquimbo y el otro en Canela Baja, ambos en cerros con influencia de niebla. Allí instalamos nuestro ensayo donde, en primera instancia, se escogieron las especies más abundantes presentes en cada sitio. Luego, se instalaron unos dispositivos colectores de agua bajo el dosel de cada arbusto para hacer un muestreo mensual de agua de niebla”, detalla Catalina Bustamante, biotecnóloga de CEAZA.
¿Y qué resultados se obtuvieron? Según el estudio, “las mejores especies colectoras de niebla en el sitio Majada Blanca, de la comuna de Coquimbo, fueron el cactus copao (Eulychnia breviflora) y el arbusto palhuén (Adesmia microphylla). En tanto, en Los Tomes, comuna de Canela, el corontillo (Escallonia pulverulenta) y el quisco costero (Echinopsis chiloensis subsp. litoralis)”, indica el Dr. Jaime Cuevas.
La clave: la arquitectura de las plantas
¿Por qué algunas plantas pueden captar más agua que otras? ¿Es por su tamaño, cantidad de hojas? Al respecto, El Dr. Enrique Ostria, investigador de CEAZA, explica que “en base a los análisis de variables geométricas, arquitectónicas y atributos foliares, la combinación de la forma y espacio que ocupa el arbusto, más la capacidad diferencial de retener o repeler agua por parte de las hojas, explicarían un porcentaje significativo de la variación en la captación de agua de niebla por parte de las plantas”.