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Campeona de Kickboxing: El largo combate de Ana Pacheco por la igualdad de género

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Campeona de Kickboxing: El largo combate de Ana Pacheco por la igualdad de género

La desigualdad por razón de género en el mundo del deporte es un fenómeno real, a veces invisible. En el imaginario colectivo el kickboxing lo practican solo hombres, sin embargo, cada día son más mujeres las que destacan en este espacio para noquear al machismo.

Para conocer más de esta disciplina, el equipo de #EsHoy tuvo la oportunidad de visitar el centro de entrenamiento La Legión, otrora reducto de hombres, donde el cuero mojado, el sudor y la adrenalina perfuman el aire que a veces resulta denso. De fondo la música de los golpes que llueven sobre las bolsas, las cadenas, algún grito de: “dale el último esfuerzo” y así todo el día.

De a poco se va poblando el lugar, con personas de todas las edades que llegan a entrenar su deporte favorito. Es aquí donde nos encontramos con Ana Pacheco (39) entre cinturones y medallas practica cada día para ir derribando prejuicios y la desigualdad para conseguir títulos.

Compartir tiempo con ella es tener la oportunidad de conversar una campeona nacional de kickboxing, pero a la vez, es estar con una persona normal y corriente, risueña, “buena para la talla”, la que enfrenta el día a día con la misma ambición con la que salta al ring.

Ana comenta que desde muy chica le ha gustado el combate, incluso eran sus videojuegos favoritos, hasta que con el tiempo tuvo la oportunidad de practicar artes marciales, incursionó en el Kung Fu y en otras disciplinas, pero finalmente el kickboxing y el boxeo se ganaron su corazón.

Esta carrera ha sido de dulce y agraz, pero a través del esfuerzo, compromiso y perseverancia ha logrado posicionar su nombre en lo más alto, por ejemplo, el año pasado se consagró como campeona de la Copa de la Liga Nacional WKF World Kickboxing Federation. Pese a los triunfos confiesa que se ha alejado un poco por temas laborales.

“He perdido peleas, pero uno siempre aprende”, expresa con humildad Ana. En cuanto a las vicisitudes de la carrera sostiene que “a veces vas como avión y pasan ciertas cosas, te sentiste colapsado y no te alcanzó el tiempo para más, lo primero que uno piensa es dejar el deporte, pero hacerlo te hace peor, psicológica y físicamente hablando”.

Los retos de ser mujer en el deporte

La mujer deportista ha enfrentado una serie de retos y dificultades, siendo una de ellas el rol de género, misma que la sociedad ha impuesto, en donde se busca encasillar a la mujer a una vida privada dentro del hogar y al cuidado de los hijos. Por ello, las mujeres deportistas se vuelven transgresoras, rompiendo los estereotipos que se les han asignado.

Ana tiene tres hijos, por lo que debe dividir el tiempo entre la crianza, el entrenamiento y su emprendimiento. “Mis hijos igual son chicos, el menor tiene nueve años y entreno hace ocho, ellos se han criado toda la vida con una mamá deportista, ellos saben lo que es”, menciona. Respecto a las distancias o poco tiempo para compartir con ellos por sus entrenamientos, Pacheco asegura que: “prefiero que sepan que tienen una mujer deportista que si ocupo el tiempo en otras cosas”.

Pese a su fortaleza y física y mental, la deportista abre su corazón para referirse a su día a día entre tantas actividades que tiene. “Hay que esforzarse mucho porque igual hay entrenar o trabajar cuando los niños están durmiendo o debo levantarme muy temprano para hacer mis cosas de dueña de casa, trabajar, ser independiente y en la tarde poder completar el entrenamiento”, detalla.

Los prejuicios, una lucha compleja

Algunas de las limitaciones con las que pueden encontrarse las mujeres en la práctica de este tipo de deporte están dados en gran medida por los prejuicios sociales, proporcionando menos apoyo en su práctica desde la inclusión a espacios, puestos deportivos, recursos económicos, entre otros más.

Desafortunadamente, en ocasiones, todo comienza desde el propio núcleo familiar, donde se inculca a las niñas no practicar cierto tipo de deporte, por considerarlo “poco femenino” o de “machorras”; a pesar de que ellas quieran realizarlo. Lo cual, se convierte en una barrera para que el talento femenino se pueda desarrollar y forjar a edades tempranas.

En este contexto, Ana advierte que ha tenido que defender su postura como mujer, “nos suben un poco a la balanza porque creen que delicadeza es sinónimo de feminidad. Uno puede seguir siendo femenina, aunque practique un deporte de contacto (…) No necesariamente tengo que mostrarme como alguien delicada o suave para ser mujer”, enfatiza.

A raíz de lo anterior, Pacheco supone que “la mujer no se atreve a practicar estos deportes de fuerza, es un poco cohibida en algunos sentidos porque se sufre discriminación, por eso hay que tener una personalidad un poco avasalladora para poder enfrentarse a situaciones incómodas”.

Además, comenta sobre situaciones más complejas que han vivido algunas colegas. “A lo largo de los años, no digo que acá, pero existe acoso, entonces a veces uno va a liberarse en algún lugar para entrenar y aprender a defenderse y resulta que te encuentras con el mismo acosador ahí. Entonces existe ese miedo”.

A guantazos por la igualdad

Fuera de cámara, Ana Isabel nos cuenta de algunas situaciones incómodas que ha enfrentado, donde incluso hombres pusieron en duda su capacidad deportiva por el hecho de ser mujer y otros que ni siquiera quisieron establecer un diálogo con ella.

Por otro lado, Pacheco lamenta que actualmente en la región no haya muchas mujeres en un certamen competitivo, lo que demanda que para poder entrenar deba hacerlo en un ring con un hombre. “Mi fuerza no se iguala a la de ellos, podemos tener la misma experiencia, pero son 10 o hasta 30 kilos más que me ha tocado enfrentar cuando hago de sparring. Imagínate recibir un golpe de una persona con esas características”, plantea con algo de asombro.

A Ana Pacheco le llega la hora del entrenamiento, por lo que antes de despedirse entrega una reflexión final para que más mujeres se sumen a la disciplina. “Atrévanse, se van a sentir más independientes, más empoderadas, van a poder desahogarse por cosas que a veces como mujeres traemos y necesitamos un espacio para nosotras mismas, tenemos que preocuparnos de algo más allá de lo físico, sino que también de lo mental. Más allá de lo que crean, esto uno lo hace por uno mismo, te ayuda a defenderte y a sentirte más segura. Lo que opinen los demás da lo mismo, no solamente en lo deportivo, cada una sabe lo que es”, finaliza.

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