Halloween es una de las fechas, donde la demanda de consumo se ha disparado en los últimos tres años. Según el análisis efectuado en 2021, la Consultora Bare International las familias en Chile invierten del total que gastan en estas festividades un 43,8% en compra de disfraces, un 93,8% consume golosinas y 28,1% adquiere decoración.
Cada vez son más variados los productos que se venden en el mercado para celebrar Halloween o “Noche de Brujas”. Caramelos con intensos colores y disfraces de materiales sintéticos invaden el mercado en esta época. Sin embargo, hay algunos que pueden ser perjudiciales para la salud.
“El llamado es el que hacemos siempre: Debemos tener cuidado con lo que compramos. La fabricación de los caramelos, el rotulado de sus envases, distribución y venta deben cumplir con requerimientos técnicos para garantizar su calidad y seguridad”, explica Fernando Torres, director de la Escuela de Química y Farmacia de la U. Andrés Bello.
El toxicólogo agrega que, respecto a las golosinas, “su composición debe asegurar la inocuidad para el ser humano, por lo tanto, tienen que ser elaborados con materias primas certificadas, autorizadas por la FDA y por la autoridad sanitaria de nuestro país”, advierte.
“Hace algunas décadas, los caramelos eran fabricados en base a pulpa de frutas, miel y cereales molidos y eran un alimento que entregaba mucha energía a quien los consumía. Hoy, en cambio, para la fabricación de estas golosinas se utilizan otros ingredientes como azúcar, jarabes de caramelo, colorantes, saborizantes, aceites y ceras, etc”, explica.
En el caso de los productos importados, el académico de la UNAB es categórico: “Quienes los comercialicen en Chile, deben presentar ante la autoridad sanitaria una serie de documentos que respalden la fabricación y aseguren que las golosinas o disfraces no contenga sustancias tóxicas, que su composición sea acorde a lo que declara en la etiqueta del envase (escrita en español) y tanto los endulzantes como los colorantes deben ser permitidos por la autoridad sanitaria local”.
En el caso de los disfraces, “se debe tener cuidado con las pinturas que se utilizan en la cara y aplican a las telas, ya que si no cuentan con el debido control de calidad y certificación de que no son tóxicos podrían estar contaminadas con plomo u otros metales. La exposición a ciertas dosis de plomo, podrían afectar el desarrollo neurológico del niño, al igual que el níquel, el cobalto y cromo, que podrían generar sensibilización de la piel y la dermatitis de contacto”, finaliza.