Al enfrentar el estrés de la pandemia, muchos comentaron haberse reencantado con el cuidado de sus hogares como una forma de hacer frente a la incertidumbre.
Distintos especialistas y estudios señalan que existen muchos mecanismos potenciales que podrían explicar el placer perfecto de pasar el rato ocupándose de tareas pequeñas y, posiblemente, hasta te alienten a hacerlo con más frecuencia.{
Por ejemplo, un estudio de la Universidad Estatal de Florida asegura que lavar platos conduce a un mayor grado de consciencia y de atención plena, mejora el ánimo, aumenta la inspiración y alivia la mente de malestares psíquicos, como el estrés o el nerviosismo.
Y eso no es todo, pues los resultados sugieren que el mindfulness podría cultivarse por medio de una serie de actividades sencillas, como regar las plantas, planchar, doblar la ropa u ordenar la casa; es decir, haciéndose cargo de las tareas domésticas.
En este contexto, la psicóloga clínica Joan Black sostiene que ciertas actividades cotidianas involucran componentes sensoriales que nos conectan con el placer. “El agua, lo suave y lo calientito, los olores de la cocina o las manos en la tierra son sensaciones que nos conectan con cuestiones más primarias y tempranas, que nos pueden calmar a niveles no solo verbales”, indicó a La Tercera.
¿Una habitación ordenada ayuda a combatir el estrés?
«Habitación ordenada, mente enfocada». De seguro has escuchado o leído esta frase en muchas partes, ya que al parecer no solo era una frase de nuestras madres para que ordenáramos un poco, sino que así lo confirman los estudios.
De hecho, el psicólogo de la Universidad de Michigan Ethan Kross en su libro «Chatter: The Voice in Our Heads and How to Harness It«: menciona que «estamos incrustados en nuestros espacios físicos, y las diferentes características de estos espacios activan fuerzas psicológicas dentro de nosotros, que afectan cómo pensamos y sentimos. «Si vemos orden afuera, eso nos ayuda a sentirnos un poco menos caóticos por dentro«.
¿Qué tan efectivas son?
Lavar la loza y otras actividades domésticas pueden darnos una suerte de alivio cuando. No obstante, Joan Black, advierte que “no es que el momento de afrontar eso que nos aqueja desaparezca por arte de magia. Éste se aplaza y, por tanto, en algún minuto habrá de volver. Lo que nos aqueja se hará presente de forma soterrada, a veces empujando a través de malestares físicos o en la forma del tan mencionado estrés”, apunta.
Por su parte, Cecilia Artigas, psicoanalista y miembro titular del ICHPA comentó a La Tercera que para ella, “estas actividades no son terapéuticas per se. Pueden causar otro efecto, servir de distracción para cambiar el foco de la atención, pero no para un proceso terapéutico, que implica sobre todo pensar en torno a eso que nos aqueja”. Lo que proveen actividades domésticas como lavar los platos es “una falsa sensación de alivio, en el sentido de la distracción y la evasión: dejo de pensar en el problema”. Una especie de placebo.