“El pilar fundamental para cuidar la salud mental de nuestros menores es establecer una relación de confianza y validación emocional, en la que sientan que cuando algo les pase, pueden contar con adultos significativos en quienes apoyarse”.
En Chile, durante enero del 2020 y diciembre del 2021, hubo un crecimiento del 40% en las denuncias por maltratos físicos y psicológicos en colegios públicos y privados, cifra la ONG Internacional Bullying Sin Fronteras. La pandemia se convirtió en un caldo de cultivo para el acoso por redes sociales o Ciberbullying y hoy, con el retorno a las clases presenciales se hace más que necesario entender la importancia de conocer e identificar cuando se está en presencia de acciones abusivas en los entornos escolares.
Cuando un niño, niña o adolescente es víctima de acoso escolar su vida se torna a la inseguridad y el temor, emociones que pueden desencadenar problemas en su adultez. Al igual que su agresor, quien en la mayoría de los casos arrastra problemáticas que de no ser tratadas influirán negativamente en su futuro.
Es por esto que, en #EsHoy junto a la psicóloga clínica Catalina Sepúlveda queremos entregarte herramientas para que puedas identificar estas situaciones y actuar de manera correcta para frenar el acoso escolar.
La importancia de conversar
Frases como “no es para tanto”, “a mi también alguna vez me molestaron” o “son solo bromas” es parte de la invisibilización que recibe el acoso escolar y que diariamente afecta a quienes lo están viviendo. El bullying no es el tema de moda de esta ‘generación de cristal’ que reclama por todo, es un accionar que se ha repetido por generaciones, pero que hoy se hace necesario detener para tener adultos sanos física y mentalmente.
Hablar del bullying en casa o en el colegio no significa necesariamente preguntar de manera directa a una estudiante si está siendo intimidado por un compañero o compañera. Iniciar una conversación con preguntas como “he escuchado mucho sobre el bullying en las noticias ¿ha pasado eso en tu colegio?”, “¿alguna vez has sentido que te han hecho bullying?”, “¿tienes nuevos amigos este año?”, “¿hay algún niño/a en tu colegio que no te agrade? ¿por qué no te agrada?”, son algunas de las interrogantes que se pueden usar para plantear el tema.
“Es importante enseñar a los niños y niñas a reconocer las primeras señales del bullying, ya que, está comprobado que quienes saben identificarlo son capaces de pedir apoyo a tiempo, y eso disminuye los riesgos en salud mental”, asevera la psicóloga Catalina Sepúlveda.
Señales del Bullying
Si bien no todos muestran indicios de que puedan estar sufriendo de acoso, es importante que los adultos estén atentos a las acciones o actitudes que puedan estar teniendo los más pequeños de la casa. Para la psicóloga, los cambios son parte natural de desarrollo, sin embargo, “cuando éstos se presentan de forma abrupta, modificando la forma de ser o de actuar frecuente en los menores, es necesario poner atención”.
Teniendo en cuenta que no existen indicadores universales, hay signos que pueden señalar la presencia de acoso escolar:
- Volver a la casa con lesiones físicas, como moretones que el niño/a no es capaz de explicar bien cuando se le pregunta
- Sentirse enfermo en la mañana o referir algún dolor
- Cambios en el rendimiento
- Ropa o pertenencias perdidas o dañadas
- Miedo a ir al colegio
- Irritabilidad o llanto sin explicación y cambios de humor
- Mostrarse más callado/a y retraído/a
- Pedir o sacar dinero de la casa (para dárselo a los acosadores)
- Problemas para comer o dormir
- Temor a ser rechazado/a: intensa necesidad de aprobación de sus pares
- Elimina sus redes sociales o fotos repentinamente
- En algunos casos se presentan comportamientos autodestructivos.
Acosador y víctima
Una de las disyuntivas más grandes para los padres es saber cómo actuar cuando se está en presencia del bullying, tanto si su hijo o hija es acosador como si es víctima.
La especialista expone que si los padres son informados que su hijo está acosando a otros, lo primero es mantener la calma e indagar antecedentes sobre el caso. “Una reacción natural y casi espontánea es querer creer que su hijo no sería capaz de dañar a otros o que debe ser una confusión, ninguna madre o padre quisiera pensar que su hijo es un agresor”.
Sin embargo, es importante recordar que estos están en desarrollo de sus habilidades sociales y de sus formas de gestionar las emociones e impulsos y, a veces, se involucran en comportamientos que pueden causar daño a sus compañeros, refiere la psicóloga. Aportando que en estos casos es necesario escuchar al menor, hacerlo consciente de la situación y juntos buscar una solución para su comportamiento.
Es así que, Sepúlveda plantea algunas señales de comportamiento de intimidación a otros, que podemos observar en los menores:
- Comportamiento agresivo con los padres, hermanos, mascotas y amigos
- Aparece con objetos que no son de su pertenencia o dinero
- Muestra una visión positiva de la violencia
- No muestra empatía con otros niños que son acosados
- Tendencia a culpar a los demás de sus problemas
- Usa perfiles o cuentas falsas en redes sociales.
Por otro lado, cuando se es informado que su hijo o hija se sospecha o es víctima de acoso escolar, las primeras acciones de los padres y la familia deben ir orientadas a la contención emocional, transmisión de seguridad y credibilidad de las situaciones de maltrato, evitando a toda costa juzgar al menor por no haber hablado de esto.
“En vez de preguntar por qué no lo hizo, es mejor brindar una respuesta de empatía. Un ejemplo, es decir: “entiendo que tal vez no te sentías preparado para hablar de esto antes, pero ahora que ya lo has hecho, vamos a resolver esto juntos”, “vamos a conversar de esto en el colegio, es normal que sientas miedo, pero tú no tienes culpa””, puntualiza la profesional.
La segunda acción que se debe ejecutar es pedir al menor que relate los acontecimientos y tomar nota de esto para ponerlo en evidencia a las autoridades del colegio, a fin de que estas implementen las medidas necesarias según los protocolos y normativas vigentes.
En el caso que no se reciba una respuesta oportuna de parte del establecimiento, Sepúlveda aconseja realizar una denuncia en el organismo pertinente y “si observa que la salud mental del niño o adolescente está en riesgo, será necesario pedir apoyo especializado de un profesional acreditado”.
Tarea de todos
En nuestra sociedad actual nadie está ajeno al acoso escolar, el bullying o el ciberbullying. Por tanto, se hace necesario que en los colegios se incorporen programas de aprendizaje emocional y social, en donde los estudiantes desde pequeños acepten las diferencias de cada uno, entendiendo que estas características nos hacen únicos. Además, la psicóloga puntualiza que en los establecimientos educacionales se debe enseñar a “identificar, validar y gestionar las emociones, no sólo en el horario de ‘Orientación’, sino a diario, construyendo un clima escolar positivo, en un ambiente protegido donde no se tolere ni normalice la violencia como forma de interacción y en el que los estudiantes sientan pertenencia”.
Del mismo modo, las familias deben hacerse partícipes de una sana convivencia y enseñanza en sus hogares. Puesto que el acoso escolar muchas veces surge del mismo entorno familiar, con prácticas de crianza severas o de la intimidación de sus miembros. Por ello, Sepúlveda enfatiza en que es imperativo que los padres se involucren en el desarrollo emocional de sus hijos, porque el acoso escolar no es únicamente un problema de los menores, sino también de su entorno.
En conclusión, Catalina Sepúlveda alerta que es de suma relevancia centrar las intervenciones en prevenir el acoso y no solamente en tratar sus consecuencias.