“Mientras más aumentó la riqueza en la zona, mayor fue la reducción de caudales, pozos y aguas subterráneas” se detalla en el documento.
La falta de agua en la Región de Coquimbo no ha sido profundizada por el cambio climático, sino por el consumo productivo y humano, así lo demuestra un estudio, titulado Cambio climático y uso excesivo: desafíos de los recursos hídricos durante el crecimiento económico en Coquimbo, publicado en la prestigiosa revista Sustainability.
Parte de las conclusiones del grupo interdisciplinario de investigadores indica que “los resultados y el análisis realizado permiten concluir que, si bien las precipitaciones presentan una disminución en el período de estudio para la Región de Coquimbo, estas caídas no son significativas. De ello se deduce que la menor oferta en caudales medios y máximos no podría atribuirse directamente a factores climáticos, sino a otras variables”.
Asimismo, “se verificó y concluyó que las actividades económicas han tenido un fuerte crecimiento en el período estudiado y, al ser altamente demandantes de agua, es muy probable que sean las principales causas de la disminución de la oferta hídrica”.
Entonces, ¿Qué hacemos?
La investigación recalca que, pese a que durante el período estudiado los niveles de agua se redujeron notoriamente, los derechos de aguas se continuaron entregando. “Se verificó un incremento en el otorgamiento de derechos de aguas subterráneas, lo que habla de las altas demandas del recurso. Sin embargo, se recomienda monitorear y modelar con datos fidedignos las cuencas para en el futuro comprender mejor la hidrología regional y cuantificar los efectos sobre los recursos hídricos con mayor precisión”.
“Esto sugiere que aquí el problema de la sequía no fue por causas del cambio climático, como se ha propuesto durante las últimas décadas, sino un abuso del consumo del agua. No queremos decir con esto que el cambio climático no existe, porque está y seguirá afectándonos, pero lo que se revela es algo similar a lo que hace poco se demostró en Aculeo, que es que primero se secan las fuentes de agua por sobreconsumo industrial y humano”, asegura en La Tercera Roberto Pizarro, investigador de la Universidad de Talca y director de la Cátedra Unesco en Hidrología de Superficie.
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