Según un estudio del Sernac, las mujeres pagan un 76,5% más en productos que los hombres
El impuesto Rosa o «Pink tax» es la definición utilizada para el costo extra que tienen los productos que van destinados a las mujeres, pero que funcionalmente, son iguales a los de los hombres o simplemente no tienen género. Frente a este fenómeno, es que el Servicio Nacional del Consumidor (Sernac), realizó el ‘‘Informe de Impuesto Rosa’’ que buscó detectar diferencias de precios por productos de igual función y características, entre cosas «femeninas y masculinas».
Dentro de los principales resultados que arrojó el estudio, se encuentra que actualmente existiría un 7% de diferencia entre los precios de productos analizados. A pesar de los números negativos del análisis, sí se pudo observar una disminución en las diferencias de precios respecto del año anterior, donde la diferencia se alzaba a un 24%.
Para realizar este estudio, el Sernac analizó los precios de 251 productos pares en la Región Metropolitana y la de Valparaíso. De acuerdo al informe, en la quinta región, la comuna que concentraría mayores precios para las mujeres sería Viña del Mar.
Otros resultados que evidenció el Sernac, fue que las mujeres pagan más en un 76,5%, mientras que los hombres en un 23,5%. Casi el 80% de los productos con diferencias de precios se concentran en las categorías de aseo y cuidado personal del adulto.
Perspectiva de género
Esta problemática puede ser analizada más allá del plano económico, ya que su origen viene desde la discriminación estructural de género y los estereotipos como tal. En este aspecto, Andrea Rojas, psicóloga y activista feminista de la Rebelión del Cuerpo y Red Feminista Chañaral, en conversación con #EsHoy, señala que esta distinción entre productos «radica en la discriminación estructural de género, basada en estereotipos.
En esa misma línea, la activista sostiene que «la gran mayoría de las veces el producto ‘versión mujer’ tiene un excesivo cobro, y estos precios no se sostienen bajo ningún argumento lógico, el costo de producción es el mismo porque lo que varía muchas veces es sólo el color. Como los productos femeninos se venden más es sólo una estrategia de marketing basado en una convención social«.
La psicóloga también se refiere a las consecuencias que este acto conlleva «hay consecuencias sociales, que nos afectan a todos y todas porque los estereotipos de género perpetúan la violencia de género de una forma muy silenciosa y sutil (al igual que esta discriminación llamada impuesto rosa), cuando socialmente reforzamos la idea de que las cosas, los colores son para un determinado sexo y la sociedad sigue asignando roles, atributos, dividiendo y nos aleja de la equidad. Todo esto a la larga se relaciona con la violencia de género, con la subordinación de la mujer y su rol en la sociedad».
«Debe existir un compromiso social empresarial real por parte de las pequeñas y grandes empresas, la sociedad necesita que la perspectiva de género sea completa y real, y que no sólo sea un recurso de marketing que pretende vendernos usando nuestro mismo movimiento social y el empoderamiento de la mujer«, reclama Rojas y explica que «existe un discurso, sobre todo en la publicidad, donde pareciera que el mercado nos quiere vender la idea de que se avanza, pero si miramos más allá son muy pocas las empresas que tienen un real interés en abordar estas temáticas y cuando nos cobran $69.900 por un bolso rosado de 16.990, se sigue discriminando a la mujer, aunque se celebre la diversidad y el empoderamiento femenino en comerciales y redes sociales», concluye la experta.