Debido a las barreras fisicas que nos ha impuesto el Covid-19, surge la opción de que el sufragio pueda ser mediante un aparato electrónico desde el hogar, mientras que otros consideran esta opción como un riesgo para la legitimidad de este proceso.
De acuerdo a un estudio titulado “Chilenografía”, hecho por La Vulca Marketing, el 80% de los encuestados dijo que sí votaría de forma digital y remota si es que existiera la alternativa. Pero solo un 55% de ellos confiaría en los resultados. Marcela Pérez de Arce, consultora en marcas de la firma, afirmó en conversación con La Tercera que los que menos confían son los más jóvenes, particularmente la Generación Z, y proveniente de los sectores D y E, de los quintiles más bajos de ingreso. “Tienen una diferencia con otros segmentos, probablemente por la mayor lejanía y que explica que existan brechas digitales”, comentó.
Chile mantiene una brecha de alfabetización digital aún en niveles altos, y para que exista armonía entre el modelo tradicional de papeletas y voto en línea, habría que crear un sistema que permita la convivencia entre ambos para así hacer una transición no invasiva. También habría que implementar mayores resguardos a la seguridad de la información y la total privacidad de las preferencias de la ciudadanía. Una de las ventajas que tiene el método actual es que los usuarios, al depositar un voto sellado en una urna y sin número de identificación, no se ven vinculados directamente a su elección, pero habría que estudiar cómo proteger aquello en la red.
Juan Carlos Lara, codirector ejecutivo de Derechos Digitales, dirigiéndose al citado medio, apuntó justo en ese punto y recordó que la presencia de las urnas transparentes no es “algo simbólico”, sino que para dar la certeza al emisor ciudadano que su voto está adentro de un contenedor sellado, sin peligro alguno aparente que su preferencia se filtre.
Hizo también la diferencia, como en otros países, de los distintos votos electrónicos. Por ejemplo, el electrónico pero presencial, que se realiza en una máquina, que envía la preferencia de forma instantánea y se genera un registro en papel. Pero también el sufragio en línea. “La simpleza del voto presencial permite que no hagamos escrutinios de sistemas tecnológicos complejos”, afirmó, y luego añadió que es importante comprender la tecnología como un medio para cumplir los propósitos, mas no la totalidad.
En algunos países se ha intentado implementar el sistema para sus procesos locales de sufragio, pero el que más destaca es el caso de Estonia, quienes en las elecciones parlamentarias del 2019, los votos emitidos en línea alcanzaron cerca de un 45% del total de los escrutinios. Este acto es considerado un orgullo local por combatir la abstención electoral.