Por: Claudia Vásquez Sáenz | Psicóloga Clínica
Hace bastante tiempo, sobre todo en países desarrollados, han existido estándares de belleza que promueven la extrema delgadez, el exceso de deporte, acompañado con dietas estricticas como sinónimo de perfección, en total desmedro del concepto de salud y bienestar.
Si obedecemos a esta “forma de vida”, es muy probable que la percepción de nosotros mismos e imagen corporal se vea distorsionada. Empezamos comparándonos con los demás, siguiendo rutinas, dietas y formas de alimentación estrictas, hacemos deporte en exceso y todo con un fin estético, creyendo que así estaremos bien con nosotros mismos, y sí, podrían ser de ayuda, pero si no cambiamos nuestra imagen mental, es difícil que podamos encontrar la satisfacción que necesitamos. Es tan profundo el tema que, incluso en casos más extremos, podemos desarrollar no solo una percepción errónea de nosotros, sino que trastorno de conducta alimentaria que nos deje grave consecuencias en la salud y sea aún más difícil lograr el cambio y las metas que esperamos. Ahora bien, es frecuente tanto en hombres como mujeres.
Debemos aclarar que no está mal querer que nos guste lo que vemos al espejo, pero ¿estaremos cultivando nuestra imagen de forma sana? ¿Nuestra percepción será real? Muchas veces la respuesta es no. Sin embargo, es frecuente que esto ocurra, por el estándar impuesto por la cultura, nuestra historia de vida, o lo que nos dicen los demás.
Pero, ¿sabemos realmente lo que es la imagen corporal? Este concepto hace referencia a la imagen que forma nuestra mente de nuestro propio cuerpo. Por tanto, la imagen corporal no está necesariamente relacionada con la apariencia física real. Dentro de esto, son claves las actitudes y valoraciones que el individuo hace de su propio cuerpo.
Dicha imagen, está formada por cuatro componentes principales: perceptual (percepción del cuerpo en su totalidad o bien de alguna de sus partes), cognitivo (valoraciones respecto al cuerpo o una parte de éste), afectivo (sentimientos o actitudes respecto al cuerpo o a una parte de éste y sentimientos hacia el cuerpo) y conductual (acciones o comportamientos que se dan a partir de la percepción).
Sabiendo esto, ¿cuándo podemos hablar de una alteración en la imagen corporal? Esto ocurre, por ejemplo, en personas que, al evaluar sus dimensiones corporales, manifiestan juicios valorativos que no coinciden con parámetros reales.
Para entender desde donde vienen las posibles alteraciones de nuestra percepción, tendríamos que remontarnos a muchos periodos de la historia, donde se han impuesto estándares de belleza, de acuerdo a la moda, a la cultura y a los estilos de vida de ese momento, por lo que no es exclusivo de occidente, ni solo de nuestros tiempos. Por lo tanto, podríamos concluir que la imagen corporal, es decir, como vemos nuestro cuerpo, está influida no solo por sus componentes, sino por la cultura, aspectos biológicos, ambientales y sociales.
Ahora bien, si nos detenemos en la influencia social y ambiental, es preciso reconocer la presión que ejerce la sociedad, sobre todo la familia, para alcanzar «la belleza corporal» es particularmente fuerte en las culturas occidentales, en las que ha aumentado el valor de la extrema delgadez y hay una obsesión colectiva por la imagen corporal. Como consecuencia, lo anterior, ha llevado a que
haya una preocupación excesiva por todo lo relativo al peso corporal y a que exista una menor valoración del auto concepto físico general y a una mayor insatisfacción con la imagen corporal, estando esto último relacionado con opiniones subjetivas sobre el peso y alteraciones en la dieta.
La insatisfacción corporal ocurre si un individuo interioriza el cuerpo ideal, el determinado culturalmente, y por comparación social concluye que su cuerpo discrepa de ese ideal. Es frecuente que las distorsiones de la imagen corporal y nuestra insatisfacción con el cuerpo, empiecen a manifestarse desde la adolescencia, hasta la adultez, y si no se les da un tratamiento pertinente y oportuno, con profesionales capacitados, es muy probable que las alteraciones e insatisfacción perduren a lo largo de nuestra vida.
Entonces, ¿cómo podemos evitar que nos afecte durante toda nuestra vida? Por lo general, parte del abordaje que se recomienda, es un trabajo en conjunto con diferentes profesionales, médicos, nutricionistas, psicólogos, etc.
Para trabajar con ello, debemos tener en cuenta que es un proceso que requiere tiempo, no es rápido y merece atención. No se trata de repetirse “me amo” todos los días. La aceptación requiere pasar por etapas, aprender de nuestras características, mejorar lo que no nos gusta y volver a la realidad para desarrollar la imagen que nos corresponde.
Ahora bien, bastantes aspectos de la IC se deben a los cambios físicos por los que pasamos en determinados momentos de nuestras vidas. Y así como cambiamos en la imagen de “afuera”, también debemos prepararnos para modificar nuestro interior, nuestros pensamientos y sentimientos hacia nosotros mismos.
Al ser etapas por las que debemos movernos, el trabajo en ellas va a depender de cada persona, es único y planificado estrictamente para ella o el que desee emprender este cambio. Es un camino de descubrimiento, transformación y aprendizajes que obedece a la individualidad del ser humano, es así porque somos diferentes del que está al lado. Al abordar temas de esa índole, individuales y profundos, debe existir una completa responsabilidad por parte del profesional. El objetivo va más allá de aceptarse, va más allá aún de conocerse, ya que también se debe agregar el posicionarse correctamente en la vida, en la esencia de cada uno y obtener satisfacción al reconocer cómo somos vistos ante nuestros ojos y los de los demás.
Dentro de la psicología, existen variadas herramientas y técnicas que quedan a disposición de quien lo necesite, cuidando siempre que la intervención debe ser personalizada y acorde a los objetivos de quien consulta. Para saber o hablar de un diagnóstico de alteración de la imagen corporal o TDC (Trastorno Dismorfico Corporal) se necesita cumplir ciertos criterios diagnósticos para llegar al mismo. Criterios que se encuentran en bibliografía clínica especializada. No solo basta con decirlo desde la opinión, los yo creo o los me parece, debemos ser prudentes ante este y cualquier otro diagnóstico y consultar a los especialistas correspondientes. La responsabilidad está por encima de todo, el saber que trabajamos con una persona, que siente, que piensa y con la que aprendemos mutuamente. Se pueden lograr los cambios, se puede revertir lo que no nos gusta o lo que nos acompleja.
Entonces, debemos preguntarnos ¿Estás listo o lista para empezar este camino?