Impulsado por la inquietud de vecinos del balneario, un equipo de arqueólogos realizó una prospección en terreno y un artículo científico que detalla los sitios arqueológicos presentes en dicho sector costero.
Vestigios que podrían tener una antigüedad de hasta 5 mil años fueron identificados en el radio urbano y quebradas de Guanaqueros. Principalmente se trata de conchales, aleros y pintura rupestre, que representan un testimonio tangible de los primeros habitantes del sector.
El catastro quedó plasmado en un artículo científico recientemente publicado por Daniel Hernández, Ignacio Monroy y Carola Flores en la revista Praxis Arqueológica de la Universidad Alberto Hurtado
La inquietud por conocer este patrimonio arqueológico surgió a partir de integrantes de la comunidad de Guanaqueros. Jocelyne Inostroza, vecina del balneario, relata que “tuve la necesidad de saber más y me dediqué a recorrer varios lugares junto a otro vecino, Ricardo Alucema. En el pueblo mucha gente sabía de estos sitios arqueológicos pero no contábamos con información más profunda sobre el tema. Entonces por medio de la Municipalidad de Coquimbo contactamos al Centro Científico CEAZA para ver la posibilidad de realizar un estudio”.
Al respecto, Carola Flores, arqueóloga del CEAZA y UCN plantea que “el interés de la comunidad hizo posible concretar la presente investigación. Para nosotros como arqueólogos y arqueólogas es muy importante que las comunidades locales conozcan su patrimonio arqueológico, contribuyan a su conocimiento y sean los custodios de éste. La comunidad de Guanaqueros es activa y sabe lo importante que es el conocimiento de la arqueología de la zona para fortalecer la identidad local”.
Vestigios
De acuerdo al arqueólogo Ignacio Monroy, a partir del estudio realizado en Guanaqueros, fue posible identificar tres categorías de sitios: conchales, aleros y arte rupestre.
“Se observó una serie de conchales en diversos estados de conservación y de características distintas en términos de extensión, densidad y materiales culturales presentes. La mayoría corresponden a conchales con material cerámico en superficie y asociados a piedras tacitas”, detalla el profesional.
Al respecto, el arqueólogo Daniel Hernández explica que los conchales suelen corresponder a conchas acumuladas por seres humanos para su consumo alimenticio, donde también es posible encontrar restos de cerámica y de instrumentos de piedra.
El hecho de que las tacitas, horadaciones circulares en piedra, aparezcan asociadas a conchales en la costa indica que su uso es fundamentalmente doméstico. “Esto es corroborado por la presencia de restos vegetales en las horadaciones de las piedras tacitas. Lo anterior resta peso a la idea de que las piedras tacitas son usadas como sitios de observación astronómica: su uso está asociado a molienda de cultígenos (granos o semillas) en contextos domésticos”, plantea Hernández.
De acuerdo a investigaciones anteriores, se ha determinado que las piedras tacitas del sector poseen restos de especies o cultígenos correspondientes a alimentos de las poblaciones de la época en que fueron utilizadas las tacitas. Principalmente se han identificado algarrobo (Prosopis sp.), quinoa (Chenopodiaceae), amaranto (Amaranthaceae), maíz (Zea mays), poroto (Phaseolus spp.) y zapallo (Cucurbitaceae), junto con restos de Palma Chilena (Jubaea chilensis), la que habría sido usada como fibra vegetal, probablemente para confeccionar canastos y otros utensilios.
En todo caso, Hernández recalca que “esto no quiere decir que las tacitas no hayan tenido un valor simbólico importante. El hecho de que existan varias oquedades indica que más de una persona puede haber estado moliendo al mismo tiempo. O sea que habrían podido operar como un lugar de reunión”.
Asimismo, Monroy explica que también se registraron aleros rocosos, los que cumplirían una función habitacional, ya que se trata de espacios semi cerrados que dan protección y refugio. “Identificamos aleros asociados a conchales, material cerámico en superficie y uno de ellos con arte rupestre que contempla una serie de motivos no figurativos pintados en rojo”, detalla.
Actuales amenazas
El crecimiento urbano amenaza constantemente la integridad del patrimonio arqueológico identificado en el presente estudio. En este contexto, la arqueóloga Carola Flores destaca que “resulta vital respetar las leyes que protegen este patrimonio, por ejemplo la Ley de Monumentos nacionales N° 17.288. Esto, sumado a una pronta acción de rescate cuando aparezcan nuevos hallazgos arqueológicos en obras de construcción, contribuye a que no desaparezcan y de esta manera podemos proteger las huellas de los habitantes ancestrales de la zona”.
Asimismo, afirma que “el desconocimiento es una amenaza igual o más grande que el crecimiento urbano sobre el patrimonio arqueológico de Guanaqueros. Lo que se conoce se cuida. Estoy segura que si la comunidad conoce los tipos de sitios arqueológicos que hay en Guanaqueros, la información que contienen sobre el pasado de los actuales habitantes y su relevancia para la arqueología regional y nacional, todos los y las habitantes de la localidad querrán proteger y poner en valor este patrimonio cultural. Esperamos que el trabajo realizado, contribuya con un grano de arena a que esto sea posible y que nuevas instancias de colaboración surjan en el futuro cercano”.
En tanto Jocelyne Inostroza, vecina de Guanaqueros, expresa su deseo de “que la comunidad tome conocimiento de este patrimonio y todos nos re-eduquemos, eso es lo primero. Ya se ha avanzado en esto gracias a vecinos como Ricardo Alucema, Antonio Torrejón, Pilar Tabilo, Junta de Vecinos N°28, Luis Durán y el gremio de pescadores y el centro cultural Vive Guanaqueros. A partir de este trabajo conjunto, podemos empoderarnos y contarles a los visitantes sobre el valor que tiene este patrimonio”.
fuente: Ceaza