Los estados de ánimo, las emociones, lo que ocurre en la cotidianidad y en el entorno, son algunos de los factores que inciden en los hábitos alimenticios. Asimismo, los alimentos afectan el estado emocional y, por supuesto, a nuestra salud general.
La nutrición y la psicología parecen estar más conectadas de lo que se cree, pues esta relación entre la alimentación y las emociones es un fenómeno que ha despertado el interés de los investigadores.
En conversación con #EsHoy, la psicóloga clínica Claudia Vásquez Sáenz expuso que las emociones negativas, como la ira, pena, rabia, miedo, y situaciones en las que nos podemos encontrar, crisis, estrés, ansiedad, entre otras, producen un aumento en la cantidad y tipos de alimentos que se ingieren. Ante esto la profesional sugirió que “la persona debe contar con apoyo nutricional y psicológico oportuno para enfrentar alguna alteración en conducta alimentaria de la mejor manera”.
¿Como para callar lo que siento?
La alimentación emocional consiste en “comer en respuesta de algún evento o estado de ánimo, y no comes realmente por necesidad”, explicó la nutricionista Camila Paz Alarcón, quien agregó que “esto claramente no es lo ideal, ya que estará afectando nuestros hábitos alimentarios”.
Al respecto, Vásquez acotó que “mediante la comida se ajustan los niveles de dopamina en el cuerpo, lo que genera una sensación de placer, pero que no genera saciedad, por lo tanto, se entra un ciclo vicioso para obtener la calma que necesitamos”.
Ante esta situación, Alarcón recomendó a los lectores de #EsHoy consumir alimentos que contengan “triptófano”, que es un precursor de la serotonina, un neurotransmisor asociado a la felicidad.
Ahora bien, ¿qué alimentos influyen en nuestro estado de ánimo? la nutricionista Camila Alarcón recomienda el consumo de plátano, piña, chocolate amargo, salmón, palta, frutos secos, semillas, huevos, legumbres, lácteos. Por otro lado, hizo un llamado a evitar la ingesta de comida chatarra, azúcar refinada, procesados, bebidas azucaradas, entre otros similares.
Además, Claudia Vásquez afirmó que “comer emocionalmente, no se centra solo en la comida, sino en la historia, explicaciones o factores detonantes que hay detrás de la acción”.
Ambas profesionales coinciden en que en las sesiones respectivas es importante la elaboración de metas y pautas, educar, identificar y controlar las emociones, para poner en práctica herramientas que ayuden a cambiar el hábito, siempre entendiendo que es un proceso que requiere tiempo. Por este motivo, se trabaja con un equipo psico-nutricional y se siguen constantemente los casos para brindar una solución real y permanente en el futuro del paciente.